7 de julio de 2010

ADMINISTRAR EL SILENCIO

                                                                    Por: Sandra Guzman

La política es un arte, eso es algo que no se discute. Muchos dicen que un buen político
nace, no se hace, pero una ayudadita no está de más para aquellos que insisten en ponerse el traje. El consejo no le vendría nada mal al flamante presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado, quien cada vez que abre la boca mete la pata y bien profunda.


Sería bueno que este “político” acoja el método del extinto Joaquín Balaguer, varias veces presidente del país y quien hizo del silencio un arma que usaba a su antojo con muy buenos resultados. El presidente Leonel Fernández, al parecer, lo imita con consecuencias tan exitosas como el primero. Y aunque Vargas Maldonado nunca ha ostentado la Presidencia del país, debería de planificar mejor sus pronunciamientos, así éstos sean a través de notas de prensa o personales. Se tiene la impresión de que el político en todo opina y que en muchas de sus posturas quiere “pescar en río revuelto”.

El planteamiento sobre el caso del joven abogado Jordi Veras no cayó bien, pues se tuvo la impresión que tomó un caso aislado y quiso capitalizarlo; igual pasó con los pronunciamientos que hizo sobre los motoconchistas y ahora con los apagones.

Esa presencia mediática no es muy buena, pues la mucha exposición cansa a la gente y se corre el riesgo de que a la persona no se le haga caso. Pareciera que el político no tiene buenos asesores o no hace caso a los consejos que de seguro éstos le dan. En estos tiempos ningún político que busque convertirse en líder y presidente de una nación puede transitar sin unos buenos asesores. No se habla por hablar, cada mensaje debe tener un propósito y un transfondo, algo que al parecer Vargas Maldonado ignora.

La oposición a un gobierno no se hace solo hablando de cada caso que está sobre el tapete, debe ir más allá. Debe trazarse, junto a expertos, una estrategia y planteársela oportunamente a la población y ya de ahí en adelante hacer movimientos estratégicos igual que en un juego de ajedrez.

El discurso del político luce vacío, incoherente y repetitivo, no aporta soluciones. Miguel Vargas Maldonado debería replantearse su estrategia y más ahora que Hipólito Mejía apareció en el escenario y con su “llegó papá” amenaza con robarle terreno en el control del partido e ir por la Presidencia de nuevo.

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