22 de julio de 2010

NUNCA VI A NADIE INTOXICARSE CON MARIFINGA


                                                  Por: Guarionex Luperon


En mis tiempos de escolar, estoy hablando de los años setenta, en la escuela José Gabriel García, de Manzanillo, nunca vi a nadie intoxicarse con marifinga y no es por echarle una vaina a nadie, nunca vi, ni escuché a ninguno de mis compañeros estudiantes, alrededor de 200 niños y adolescentes, dizque intoxicados por comerse un plato de marifinga o por tomarse un jarro de marifinga con leche bambi, no digo, que un mal día hubo un empache y ya.


Tampoco vi a alguien intoxicarse con los locrios de trigo con sardina (Pica pica) o con las sabrosas arepas que hacían todas las mañanas y tardes doña Dolores y después dona Puna Bonilla

Nunca escuché a nadie quejarse del desayuno escolar de entonces, al contrario, los muchachos nos matábamos por ayudar a doña Dolores y a doña Puna a freír las arepas, a preparar los calderos de harina “plo plo” y las ollas de chocolates con leche Bambi, para tocar algo de merienda extra.

Ahora, con toda esta tecnología de punta, de enfriamiento, de pasteurización, de las leches y productos lácteos, del uso de las UHT y de los productos saborizados o “suerizados”, el desayuno escolar, no sale de una, antes era algo primitivo, los alimentos se cocían en fogones de leñas, con muy poco control sanitario y aun así, se daba una sabrosa marifinga y leche Bambi en polvo que provenía del programa de donaciones de la Alianza para el Progreso de la USAID, que nos la comíamos con mucho gusto y sin sobresalto.

Ahora, no solo se intoxican, no importa que sea una fracción muestral insignificante como dice el Ministro de educación Melanio Paredes, se intoxican y no hay razones para que eso ocurra con tanta frecuencia, sino también, que hay productos de estos saborizados que le dan a nuestros niños y adolescentes que tienen sabores desagradables, y calientes, como se sirven en la mayoría de nuestros Centros educativos, se tornan difíciles de ingerir.

Claro, en mi tiempo, no había la guerra de interés que se ve hoy día, alrededor de este mercado cautivo, ni se articulaban campañas mediáticas, para controlar la venta de leche y productos manufacturados, saborizados.

El amor y la pasión con que doña Dolores y doña Puna preparaban el desayuno escolar de entonces, era algo casi mágico y devocional, ahora, es una cosa fría, formal y en serie, que robotiza, hasta a las Asociaciones de Padres y Amigos de la escuela, algo que en otro tiempo, era fraterno y familiar, en mi caso, recuerdo con la ternura y plasticidad casi de artista plástico que aquellas dos mujeres artesanas moldeaban las arepas y la echaban a freír a un gigante caldero boyante de aceite americano.

No se si existe, pero no conozco el primer estudio que indique predilección de los niños y adolescentes por los productos que le sirven en el desayuno, no conozco la valoración que tienen nuestros niños de los productos que le dan y que impacto nutritivo tiene en nuestro población estudiantil y si hay estudio que indiquen en las horas que se imparte el desayuno, porque en ese aspecto, si que hay mucha irregularidad, no entre escuela sino en una misma escuela, entre cursos.

Un país avanza, no porque un activista político pago diga “E, palante que vamos”, sino cuando desde el estado se logre tecnificar y tener control de la más minima y sencilla operación que realizan los programas que se aplican para beneficio de determinados sectores, en este caso del desayuno escolar, todo el mundo sabe y reconoce que es un grandioso programa social, pero esta generando muchos ruidos y es necesario que el Ministerio de Educación aplique más controles técnicos y monitoreo a nivel nacional.


Tomado de TestimonioOnline

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