1 de mayo de 2011

LA HISTORIA DE COPEY

              Por: Nelson Felipe Valdez

Anclada en la Línea Noroeste, Copey es una de las comunidades más antiguas de la provincia de Montecristi. Aunque son datos por confirmar, su fundación se remonta al principio de la segunda mitad del siglo XIX, recién concluida la lucha por la restauración del país, cuando el señor Francisco ó Domingo Sánchez (leñador), procedente de Montecristi, se instaló con su familia para aprovechar la abundancia de arboles propicios para la producción de madera que eran exportadas y utilizadas para diferentes usos fundamentalmente la construcción y la elaboración de tinta. El Campeche era una de esas maderas que se exportaban a Europa y su corte fue una de las primeras fuentes de subsistencias de la comunidad. Esta madera era transportada en botes (embarcaciones pequeñas) desde el lugar llamado LOS CERRITOS, en el caño blanco, donde existía un pequeño atracadero que luego paso a llamarse el Muellecito de Félix Fortuna.

A esta actividad se incorporaron habitantes de poblados vecinos, como: Santa María, La Pinta, Sanita, Carnero, entre otras; que llevaban en carretas la madera hasta Copey que servía como centro de acopio. Este dinamismo de la naciente actividad económica de la comunidad facilito para que familias enteras emigraran desde otras comunidades y se radicaran en lo que era llamado el centro comercial de la zona, ya que era el único lugar donde existía una tienda (La de Germán Soriano), en la que los leñadores adquirían todo lo necesario para su alimentación y el hogar. Al reducirse la población de Campeche y dejar de ser rentable, la comunidad empezó a utilizar la recolección de resina que obtenía del extenso bosque poblado de cambrones, Campeches y otras especies, luego vino la cascara del mangle rojo y la producción de carbón vegetal. Estas actividades siempre estaban acompañadas de la pesca, la ganadería, el conuquismo y la agricultura a pequeña escala. Más de cien años después la comunidad conserva algunas de sus casas con estilo único, sus pisos de madera, aunque la mayoría de esas construcciones han sido reemplazadas por otro tipo de edificaciones.

La tienda de los Socias, fue una de las primeras de la zona, fue construida por un cubano solo llamado Daniel en 1892, atraído por el activismo del comercio. El señor Andrés Socia, quien vino desde Montecristi a trabajar con Daniel el cubano, hereda la tienda a la muerte de este ya que no tenía familia. Debido a que el poblado crecía y con él, la demanda de agua, fue necesario la construcción en la parte trasera de la tienda la primera aljibe o cisterna en con capacidad para almacenar más de cincuenta mil galones de agua, que era recolectada desde la lluvia por vía de un sistema de canaletas colocadas en los alrededores del techo. En ese patio reposan dos enormes piedras con inscripciones Tainas de la población aborigen perteneciente al cacicazgo de Marién. Luego de su clausura, a esta edificación la comunidad le dio varios usos incluyendo la de Escuela Primaria hasta los años sesenta, centro de diversión y actualmente se encuentra cerrada y semi abandonada.


En esta tienda laboró por muchos años José Concepción Rodríguez (Don Chin), de la cual salió para instalar su propia tienda, la famosa “Tienda de Chin” que mantuvo
sus puertas abiertas hasta la década de los setenta cuando falleció, para luego ser convertida primero, en una fábrica de helado y luego, como centro de acopio de leche de la asociación de ganaderos y actualmente está siendo demolida. También, han sobrevivido a la inclemencia del tiempo y a la furia del hombre la casa de Teófilo Valdez Sánchez y Simeona Belliard (Doña Ñaña), la de Germán Soriano conocido como el primer gran comerciante de la comunidad y algunas otras que, aunque conservan algunos rasgos de la época, han sido modificadas en la mayor parte de su estructura.


Colaboracion:
Alvenis Diaz y Euclides Valdez Jr.

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