Lo que sigue es el testimonio de una madre que tiene un hijo adicto a las drogas. Testimonio que ella desea compartir para apoyar, consolar y dar ánimo a tantos padres y familias que estén pasando por la misma situación.
Estela tiene 55 años, está casada con un arquitecto desde hace 32 años y tienen 6 hijos. Uno de ellos, Miguel, es adicto a las drogas desde hace 11 años. Y lo que más llama la atención en Estela es su alegría de vivir, su contagioso optimismo. Uno nunca diría, a simple vista, que tiene dentro de su hogar una situación tan dolorosa como la enfermedad de un hijo.
- ¿Cómo descubren ustedes la adicción de Miguel?
- La verdad es que nunca se nos ocurrió que nos pudiera pasar. Además como fue en plena adolescencia... A mí me avisó una amiga que se había enterado de que mi hijo y un amigo andaban en ésta, pero ella no se animaba a decirle a la mamá del otro chico. Yo la animé a que lo hiciera, ya que considero que es fundamental que los padres se enteren de lo que les está pasando a sus hijos. Y cuando hablo de "hijos" lo digo genéricamente, ya que esto les puede pasar tanto a los chicos como a las chicas, sin distinción de sexo. La cuestión es que el otro chico vino a decirle al mío lo que había pasado, y Miguel casi "me mata", ya que según él yo le hacía un daño horrible al contarlo.
- Es decir que el sufrimiento después fue en silencio...
- Exactamente. Nos veíamos en la encrucijada de no poder hablarlo porque le causábamos un daño, más que nada a nivel social. Esa creo que es la parte "más pesada" de esta enfermedad que todavía tiene mucho tabú: el dolor en silencio. Porque si se tiene un familiar muy querido moribundo, y la gente lo sabe, te consuelan, se te acercan, y entonces uno como víctima aparece mimado, atendido y compensado. Pero en estos casos de droga la víctima está en silencio, entonces hay que aprender a no ser víctima.
- ¿Qué sucede inmediatamente después de que ustedes se enteran?
- Yo salí corriendo a hablar con un experto y preguntarle qué hacía. Recuerdo que lo que me llamó la atención entonces fue que esta persona me contó que la marihuana favorece el disfrute del gozo sexual, entonces muchos chicos empiezan a utilizarla con ese objetivo y después ya no pueden parar. No todas las drogas tienen el mismo efecto inmediato. Se es tan adicto a una como a la otra, pero en el caso del que fuma marihuana, el daño es más lento. Lo que sucede, muchas veces, es que les cae mal la marihuana y pasan a la cocaína, lo cual es más grave, porque la cocaína es la droga del poder, entonces el consumidor se siente muy potente, todopoderoso. Es muy difícil cortar ese círculo.
- ¿Qué hicieron entonces?
- Y entonces empezaron las terapias. Hemos hecho como cuatro o cinco años de terapias, entre las familiares y otras instituciones.
- ¿Por qué tantas?
- Porque él cambiaba. La primera vez fue con Los Anónimos, donde él empezó a ir y me pidió que yo también fuera. Estuve yendo un año entero. Incluso sola ya que Mico, (así le decimos en casa) había dejado de ir. Y se lo recomiendo de todo corazón a todo el mundo. Aún a aquella gente que no tiene el problema, porque lo que uno aprende es impresionante, y entonces se puede estar atento a descubrir el problema porque aunque no sea uno de tus hijos, puede ser uno de sus amigos. Creo que como madres debemos estar también atentas a poder ayudar a otros chicos aunque no sean los nuestros. Por eso recomiendo, de todo corazón, ir a Los Anónimos durante un año, por ejemplo, una vez por semana.
- ¿Qué sucedió después?
- Y bueno, fuimos yendo a otras instituciones que se iban eligiendo cuando por momentos Mico aceptaba que quería ayuda. Después siempre, en todos los casos, abandonó todo por diferentes motivos. Pero los motivos forman parte de las excusas y del mismo fenómeno de la enfermedad.
- ¿Cómo vivía la familia todo ese proceso?
- En tres de las instituciones íbamos todos. Y en esas sesiones se aprende mucho, pero también te desgasta una barbaridad. Uno de sus hermanos mayores fue quien primero se dio cuenta de lo que sucedía e intentó ayudarlo. Incluso antes de que nosotros lo supiéramos y sufrió mucho... Vivió momentos duros como, por ejemplo, sentir el temblequeo de la cama cuando el adicto pasa por un síndrome de abstinencia... Por eso ése hermano tal vez sea uno de los más escépticos frente a la situación, pero es por desgaste, por sensibilidad herida, nunca deja de quererlo. Otra de mis hijas, Lucía, tenía alrededor de 10 años cuando se enteró de la enfermedad de Miguel, y sufrió un shock espantoso. Estuvo como un año entero con una gran depresión, no tenía capacidad de concentración para estudiar...fue muy duro. Incluso tuvo que dejar las terapias familiares porque todo eso le afectaba mucho.... Cada miembro de la familia sufre de acuerdo a su modalidad. Los de carácter más fuerte tienen un poco más de resistencia en la manera en que manejan la situación. El que no tiene carácter fuerte, se deshace.
- ¿Cómo se sigue queriendo a un hijo que causa tanto dolor?
- (Sonríe) Yo entiendo que cuando uno quiere de verdad, nunca puede dejar de querer. Te voy a decir que Miguel es el tipo más simpático, más dado...Es de lo más cariñoso... Siempre fue el más simpático de todos mis hijos. Entonces, el odio espantoso que manifiesta hacia mí cuando está mal, las cosas más horribles que me dice en esos momentos... porque yo soy supuestamente la dura, la que no comprende, pero bueno, eso no importa. Esas cosas las combato planteándole que yo lo quiero a él de manera incondicional, aunque rechace sus actitudes. Algo que me ayudó siempre, (porque en muchos momentos sentimos grandes culpas) fue saber qué él estaba haciendo uso de su libertad.
- ¿Un adicto hace realmente uso de su libertad? ¿Se lo permite su enfermedad?
- En las opciones que toma, en muchísimos casos hace uso de su libertad. Aunque sea un gran inmaduro, no deja de ser un adulto, tiene 28 años y ha tenido muchas oportunidades para salir. Está enfermo, sin ninguna duda, pero él llegó a la enfermedad también haciendo uso de su libertad.
- ¿Hay algún rasgo de carácter en particular que consideres que puede hacer a un chico más predispuesto a caer en las drogas?
- Yo creo que puede caer cualquiera. Creo que hay chicos más proclives que otros, por ejemplo, aquellos que son de estar desafiando permanentemente al mundo entero, aquellos a quienes se les ocurre hacer los desastres más grandes, o que son muy audaces para enfrentar situaciones severas. Son chicos especialmente inquietos. El inquieto que está siempre buscando, que lo ves que le gusta caminar en la cuerda floja, al filo de la navaja. Y son también chicos muy sensibles, con mucho corazón. Pero también te digo que es muy difícil que caiga aquel que ha vivido una vida dura. Y no me refiero a "dura" como mala, sino "dura" con respecto a la firmeza de la educación.
- El famoso tema de los límites...
- El tema de los límites es absolutamente determinante a la hora de educar. No les demos todo a los niños chicos. Dejemos que sufran en cosas chiquitas que son proporcionales a su edad y los ayudan a madurar, porque sino, si han vivido entre algodones cuando son grandes y se enfrentan a las dificultades, lo que sucede es que no las saben resolver y se frustran. Y esas frustraciones mal llevadas, pueden ser en muchos casos el camino hacia las drogas. Un chico que sufre pequeñas frustraciones va madurando lentamente de acuerdo a su edad. Así como les enseñamos a hablar, a caminar, a comer, a leer y escribir, también tienen que aprender a vivir. Creo que con Mico fui firme en algunas cosas y en otras tal vez fuimos un poco permisivos; tal vez en muchas cosas que él insistía, insistía...Era imprevisible esta salida...con otros hijos de repente se hace lo mismo y te sale bien...es que hay que dejarlos elegir... Es obvio que yo no quisiera que mi hijo tuviera este problema, pero por otro lado, creo que aprendimos mucho. En el caso de las drogas, como también en el del alcohol, se va en cierta medida contaminando toda la familia. Sin ninguna duda tener una situación así en casa produce una etapa de gran decadencia de todos y después también se tiene el beneficio de poder construir sobre un sufrimiento bueno.
- ¿Cuál es el sufrimiento bueno?
- El sufrimiento de cada miembro de la familia es bueno en la medida en que te ayuda a entender más a la gente. Te despierta una mayor comprensión hacia el prójimo que facilita mucho la comunicación. Lo que es fundamental en todas estas situaciones es que la familia tenga toda una serie de principios y valores vividos, o por lo menos, con la intención de hacerlo. Y bueno, el problema de las drogas puede ser muchas veces motivo de aparente desunión, pero en el fondo...
- ¿Pasaron por ese tipo de situaciones?
- Por todas. Es que tener un adicto te enfrenta a todo tipo de situaciones. Por ejemplo, los adictos roban en las casas. Entonces, mientras no se sabe lo que está pasando, no se entiende nada frente a la falta de dinero que hay, y eso por supuesto que es fuente de discusiones... Después, cuando te das cuenta, comenzamos a esconder todo, absolutamente todo mientras el adicto está en la casa. Y bueno, luego llega un momento en que se empieza a vivirlo con espíritu deportivo, porque el razonamiento es: nos tocó, lo podemos apoyar, nos toca tenerlo acá adentro, y bueno, vamos adelante. Claro que cada vez que desaparece estás temblando hasta que vuelve, pero después se va aprendiendo que si hubo una sobredosis está internado y te avisan. Así que bueno, es una distorsión permanente pero se aprende.
- ¿Vas viendo mejorías en tu hijo?
- Bueno, de todos los tratamientos han salido cosas positivas. En definitiva, cada vez que logró estar un período largo sin consumo, fueron puntos a favor para él. No te olvides que todo esto trae consigo la destrucción a nivel personal del consumidor: se le van quemando las neuronas. Uno lo ve en consumidores que no tienen la adicción, que llevan una vida normal, que se casaron, que responden a su trabajo, pero igual se nota perfectamente las limitaciones que están teniendo por tener un consumo de drogas de varios años. Por eso digo que cualquier período sin drogas es positivo. Miguel ha aprendido en todas sus terapias que tiene muchas herramientas para defenderse. Entonces, aunque no haya logrado dejar el consumo, sigue contando con el apoyo de la familia, y por el momento sigue contando también con el apoyo de muchos amigos. Algunos buenos amigos, otros no tanto. Ese apoyo no sé cuánto dura. El de la familia, el afectivo, creo que dura siempre, desde el punto de vista afectivo.
- ¿Crees que Mico se quiere curar? ¿Siente ese deseo cuando ve a un chico rehabilitado?
- Sí, en el caso de él, sí. No sé si se da siempre. Pero Mico tiene "flashes" de arrepentimiento. El tema es que cada persona es tan única que uno nunca sabe hasta dónde llega, ni cómo llega, entonces hay que estar esperando y viendo qué pasa.
- ¿Crees que se puede hacer prevención?
- Claro que sí, además de lo que hablamos antes de los límites, debemos enseñar a los niños desde los 3 o 4 años a decir que no. Tienen que saber desde chiquitos que no pueden aceptar ni un caramelo de nadie. Nuestras madres nos lo enseñaban... Yo tuve oportunidad de ver un video en el que mostraban autos en la salida de las escuelas ofreciendo a los chicos drogas disfrazadas en alguna golosina. Es terrible. Por eso debemos tenerlos absolutamente instruidos a decir a todo que no, que no, que no. Así se puede prevenir el consumo sin conciencia.
- ¿Cuál es la situación actual de Mico?
- Ahora está viviendo en el exterior y trabaja.
- ¿Es bueno para él estar lejos?
- Yo creo que sí, ya que debe tener control de la situación, ya que tiene que valerse por sí mismo. Incluso sé que en una conversación con sus amigos, allá lejos, ellos coincidían en que si no se habían hundido del todo era gracias a las familias que tenían detrás. Es decir que la lejanía ayuda también a valorar lo que se tiene acá. No creo que haya dejado de consumir nunca, pero al estar solo, como le dijo su amigo cuando lo recibió, "acá no tenés a nadie, Trabajas y te autoabasteces o la quedas". Uno no se lo puede imaginar, pero tienen la posibilidad de conseguir la droga en la esquina de nuestras casas. El mismo me lo dijo: "Mamá, cuando me quedo solo en casa, no tengo más que ir hasta la esquina".
- ¿Qué necesita un drogadicto para dejar de serlo?
- Tienen que tocar fondo. El problema es que nunca se sabe cuál es el fondo. Uno de los problemas en los adictos es que no maduran. Esto es porque el consumo los hace vivir en un mundo fuera de la realidad. Entonces, si bien tienen un sufrimiento que los podría hacer madurar, lo tapan con el consumo y al hacerlo, viven fuera de la realidad y "no sufren", entonces, no maduran. Esa es una de las cosas que me enseñaron: para madurar tienen que dejar de consumir y por mucho tiempo.
- ¿Se saca algo positivo de tanto dolor?
- Sí, sin duda alguna del dolor siempre se saca algo positivo. Es que una de las peores cosas que vemos en este tiempo es el decir a toda costa "que no sufra". Es aberrante. Es decir, es humano intentar evitar el sufrimiento, pero siempre del dolor se saca algo positivo. Parto de la base de que todo lo que sea dolor, sufrimiento o carencia material tiene arreglo. Lo que no tiene arreglo es la inconciencia de no saber que tenemos espíritu porque, en realidad, el espíritu es lo que no muere. Entonces, lo que se va a morir, bueno, se irá arreglando y sobrellevando. Si tiene arreglo uno pondrá los medios para arreglarlo y si no lo tiene, debemos poner los medios para aprender a convivir con lo que nos toca, porque sino, no podremos ser felices nunca.
- ¿Esa es tu filosofía de vida para conservar la alegría?
- Es que la alegría no tiene nada que ver con que te duela un pie o que tengas un gran dolor en el corazón. La alegría sale del espíritu, entonces, es independiente de lo que pueda ser materia.
- ¿Cómo vez el futuro de Miguel?
- Estoy absolutamente convencida y tengo total confianza de que algún día va a salir. No sé si es pasado mañana o a lo mejor no lo veo, pero estoy segura de que va a salir. Es que la piedra fundamental de todo esto es la familia. Porque el tener vida de familia, con los conceptos claros de los valores que significan en la vida humana, saca a flote inclusive a aquel que caiga muy hondo.
Estela tiene 55 años, está casada con un arquitecto desde hace 32 años y tienen 6 hijos. Uno de ellos, Miguel, es adicto a las drogas desde hace 11 años. Y lo que más llama la atención en Estela es su alegría de vivir, su contagioso optimismo. Uno nunca diría, a simple vista, que tiene dentro de su hogar una situación tan dolorosa como la enfermedad de un hijo.
- ¿Cómo descubren ustedes la adicción de Miguel?
- La verdad es que nunca se nos ocurrió que nos pudiera pasar. Además como fue en plena adolescencia... A mí me avisó una amiga que se había enterado de que mi hijo y un amigo andaban en ésta, pero ella no se animaba a decirle a la mamá del otro chico. Yo la animé a que lo hiciera, ya que considero que es fundamental que los padres se enteren de lo que les está pasando a sus hijos. Y cuando hablo de "hijos" lo digo genéricamente, ya que esto les puede pasar tanto a los chicos como a las chicas, sin distinción de sexo. La cuestión es que el otro chico vino a decirle al mío lo que había pasado, y Miguel casi "me mata", ya que según él yo le hacía un daño horrible al contarlo.
- Es decir que el sufrimiento después fue en silencio...
- Exactamente. Nos veíamos en la encrucijada de no poder hablarlo porque le causábamos un daño, más que nada a nivel social. Esa creo que es la parte "más pesada" de esta enfermedad que todavía tiene mucho tabú: el dolor en silencio. Porque si se tiene un familiar muy querido moribundo, y la gente lo sabe, te consuelan, se te acercan, y entonces uno como víctima aparece mimado, atendido y compensado. Pero en estos casos de droga la víctima está en silencio, entonces hay que aprender a no ser víctima.
- ¿Qué sucede inmediatamente después de que ustedes se enteran?
- Yo salí corriendo a hablar con un experto y preguntarle qué hacía. Recuerdo que lo que me llamó la atención entonces fue que esta persona me contó que la marihuana favorece el disfrute del gozo sexual, entonces muchos chicos empiezan a utilizarla con ese objetivo y después ya no pueden parar. No todas las drogas tienen el mismo efecto inmediato. Se es tan adicto a una como a la otra, pero en el caso del que fuma marihuana, el daño es más lento. Lo que sucede, muchas veces, es que les cae mal la marihuana y pasan a la cocaína, lo cual es más grave, porque la cocaína es la droga del poder, entonces el consumidor se siente muy potente, todopoderoso. Es muy difícil cortar ese círculo.
- ¿Qué hicieron entonces?
- Y entonces empezaron las terapias. Hemos hecho como cuatro o cinco años de terapias, entre las familiares y otras instituciones.
- ¿Por qué tantas?
- Porque él cambiaba. La primera vez fue con Los Anónimos, donde él empezó a ir y me pidió que yo también fuera. Estuve yendo un año entero. Incluso sola ya que Mico, (así le decimos en casa) había dejado de ir. Y se lo recomiendo de todo corazón a todo el mundo. Aún a aquella gente que no tiene el problema, porque lo que uno aprende es impresionante, y entonces se puede estar atento a descubrir el problema porque aunque no sea uno de tus hijos, puede ser uno de sus amigos. Creo que como madres debemos estar también atentas a poder ayudar a otros chicos aunque no sean los nuestros. Por eso recomiendo, de todo corazón, ir a Los Anónimos durante un año, por ejemplo, una vez por semana.
- ¿Qué sucedió después?
- Y bueno, fuimos yendo a otras instituciones que se iban eligiendo cuando por momentos Mico aceptaba que quería ayuda. Después siempre, en todos los casos, abandonó todo por diferentes motivos. Pero los motivos forman parte de las excusas y del mismo fenómeno de la enfermedad.
- ¿Cómo vivía la familia todo ese proceso?
- En tres de las instituciones íbamos todos. Y en esas sesiones se aprende mucho, pero también te desgasta una barbaridad. Uno de sus hermanos mayores fue quien primero se dio cuenta de lo que sucedía e intentó ayudarlo. Incluso antes de que nosotros lo supiéramos y sufrió mucho... Vivió momentos duros como, por ejemplo, sentir el temblequeo de la cama cuando el adicto pasa por un síndrome de abstinencia... Por eso ése hermano tal vez sea uno de los más escépticos frente a la situación, pero es por desgaste, por sensibilidad herida, nunca deja de quererlo. Otra de mis hijas, Lucía, tenía alrededor de 10 años cuando se enteró de la enfermedad de Miguel, y sufrió un shock espantoso. Estuvo como un año entero con una gran depresión, no tenía capacidad de concentración para estudiar...fue muy duro. Incluso tuvo que dejar las terapias familiares porque todo eso le afectaba mucho.... Cada miembro de la familia sufre de acuerdo a su modalidad. Los de carácter más fuerte tienen un poco más de resistencia en la manera en que manejan la situación. El que no tiene carácter fuerte, se deshace.
- ¿Cómo se sigue queriendo a un hijo que causa tanto dolor?
- (Sonríe) Yo entiendo que cuando uno quiere de verdad, nunca puede dejar de querer. Te voy a decir que Miguel es el tipo más simpático, más dado...Es de lo más cariñoso... Siempre fue el más simpático de todos mis hijos. Entonces, el odio espantoso que manifiesta hacia mí cuando está mal, las cosas más horribles que me dice en esos momentos... porque yo soy supuestamente la dura, la que no comprende, pero bueno, eso no importa. Esas cosas las combato planteándole que yo lo quiero a él de manera incondicional, aunque rechace sus actitudes. Algo que me ayudó siempre, (porque en muchos momentos sentimos grandes culpas) fue saber qué él estaba haciendo uso de su libertad.
- ¿Un adicto hace realmente uso de su libertad? ¿Se lo permite su enfermedad?
- En las opciones que toma, en muchísimos casos hace uso de su libertad. Aunque sea un gran inmaduro, no deja de ser un adulto, tiene 28 años y ha tenido muchas oportunidades para salir. Está enfermo, sin ninguna duda, pero él llegó a la enfermedad también haciendo uso de su libertad.
- ¿Hay algún rasgo de carácter en particular que consideres que puede hacer a un chico más predispuesto a caer en las drogas?
- Yo creo que puede caer cualquiera. Creo que hay chicos más proclives que otros, por ejemplo, aquellos que son de estar desafiando permanentemente al mundo entero, aquellos a quienes se les ocurre hacer los desastres más grandes, o que son muy audaces para enfrentar situaciones severas. Son chicos especialmente inquietos. El inquieto que está siempre buscando, que lo ves que le gusta caminar en la cuerda floja, al filo de la navaja. Y son también chicos muy sensibles, con mucho corazón. Pero también te digo que es muy difícil que caiga aquel que ha vivido una vida dura. Y no me refiero a "dura" como mala, sino "dura" con respecto a la firmeza de la educación.
- El famoso tema de los límites...
- El tema de los límites es absolutamente determinante a la hora de educar. No les demos todo a los niños chicos. Dejemos que sufran en cosas chiquitas que son proporcionales a su edad y los ayudan a madurar, porque sino, si han vivido entre algodones cuando son grandes y se enfrentan a las dificultades, lo que sucede es que no las saben resolver y se frustran. Y esas frustraciones mal llevadas, pueden ser en muchos casos el camino hacia las drogas. Un chico que sufre pequeñas frustraciones va madurando lentamente de acuerdo a su edad. Así como les enseñamos a hablar, a caminar, a comer, a leer y escribir, también tienen que aprender a vivir. Creo que con Mico fui firme en algunas cosas y en otras tal vez fuimos un poco permisivos; tal vez en muchas cosas que él insistía, insistía...Era imprevisible esta salida...con otros hijos de repente se hace lo mismo y te sale bien...es que hay que dejarlos elegir... Es obvio que yo no quisiera que mi hijo tuviera este problema, pero por otro lado, creo que aprendimos mucho. En el caso de las drogas, como también en el del alcohol, se va en cierta medida contaminando toda la familia. Sin ninguna duda tener una situación así en casa produce una etapa de gran decadencia de todos y después también se tiene el beneficio de poder construir sobre un sufrimiento bueno.
- ¿Cuál es el sufrimiento bueno?
- El sufrimiento de cada miembro de la familia es bueno en la medida en que te ayuda a entender más a la gente. Te despierta una mayor comprensión hacia el prójimo que facilita mucho la comunicación. Lo que es fundamental en todas estas situaciones es que la familia tenga toda una serie de principios y valores vividos, o por lo menos, con la intención de hacerlo. Y bueno, el problema de las drogas puede ser muchas veces motivo de aparente desunión, pero en el fondo...
- ¿Pasaron por ese tipo de situaciones?
- Por todas. Es que tener un adicto te enfrenta a todo tipo de situaciones. Por ejemplo, los adictos roban en las casas. Entonces, mientras no se sabe lo que está pasando, no se entiende nada frente a la falta de dinero que hay, y eso por supuesto que es fuente de discusiones... Después, cuando te das cuenta, comenzamos a esconder todo, absolutamente todo mientras el adicto está en la casa. Y bueno, luego llega un momento en que se empieza a vivirlo con espíritu deportivo, porque el razonamiento es: nos tocó, lo podemos apoyar, nos toca tenerlo acá adentro, y bueno, vamos adelante. Claro que cada vez que desaparece estás temblando hasta que vuelve, pero después se va aprendiendo que si hubo una sobredosis está internado y te avisan. Así que bueno, es una distorsión permanente pero se aprende.
- ¿Vas viendo mejorías en tu hijo?
- Bueno, de todos los tratamientos han salido cosas positivas. En definitiva, cada vez que logró estar un período largo sin consumo, fueron puntos a favor para él. No te olvides que todo esto trae consigo la destrucción a nivel personal del consumidor: se le van quemando las neuronas. Uno lo ve en consumidores que no tienen la adicción, que llevan una vida normal, que se casaron, que responden a su trabajo, pero igual se nota perfectamente las limitaciones que están teniendo por tener un consumo de drogas de varios años. Por eso digo que cualquier período sin drogas es positivo. Miguel ha aprendido en todas sus terapias que tiene muchas herramientas para defenderse. Entonces, aunque no haya logrado dejar el consumo, sigue contando con el apoyo de la familia, y por el momento sigue contando también con el apoyo de muchos amigos. Algunos buenos amigos, otros no tanto. Ese apoyo no sé cuánto dura. El de la familia, el afectivo, creo que dura siempre, desde el punto de vista afectivo.
- ¿Crees que Mico se quiere curar? ¿Siente ese deseo cuando ve a un chico rehabilitado?
- Sí, en el caso de él, sí. No sé si se da siempre. Pero Mico tiene "flashes" de arrepentimiento. El tema es que cada persona es tan única que uno nunca sabe hasta dónde llega, ni cómo llega, entonces hay que estar esperando y viendo qué pasa.
- ¿Crees que se puede hacer prevención?
- Claro que sí, además de lo que hablamos antes de los límites, debemos enseñar a los niños desde los 3 o 4 años a decir que no. Tienen que saber desde chiquitos que no pueden aceptar ni un caramelo de nadie. Nuestras madres nos lo enseñaban... Yo tuve oportunidad de ver un video en el que mostraban autos en la salida de las escuelas ofreciendo a los chicos drogas disfrazadas en alguna golosina. Es terrible. Por eso debemos tenerlos absolutamente instruidos a decir a todo que no, que no, que no. Así se puede prevenir el consumo sin conciencia.
- ¿Cuál es la situación actual de Mico?
- Ahora está viviendo en el exterior y trabaja.
- ¿Es bueno para él estar lejos?
- Yo creo que sí, ya que debe tener control de la situación, ya que tiene que valerse por sí mismo. Incluso sé que en una conversación con sus amigos, allá lejos, ellos coincidían en que si no se habían hundido del todo era gracias a las familias que tenían detrás. Es decir que la lejanía ayuda también a valorar lo que se tiene acá. No creo que haya dejado de consumir nunca, pero al estar solo, como le dijo su amigo cuando lo recibió, "acá no tenés a nadie, Trabajas y te autoabasteces o la quedas". Uno no se lo puede imaginar, pero tienen la posibilidad de conseguir la droga en la esquina de nuestras casas. El mismo me lo dijo: "Mamá, cuando me quedo solo en casa, no tengo más que ir hasta la esquina".
- ¿Qué necesita un drogadicto para dejar de serlo?
- Tienen que tocar fondo. El problema es que nunca se sabe cuál es el fondo. Uno de los problemas en los adictos es que no maduran. Esto es porque el consumo los hace vivir en un mundo fuera de la realidad. Entonces, si bien tienen un sufrimiento que los podría hacer madurar, lo tapan con el consumo y al hacerlo, viven fuera de la realidad y "no sufren", entonces, no maduran. Esa es una de las cosas que me enseñaron: para madurar tienen que dejar de consumir y por mucho tiempo.
- ¿Se saca algo positivo de tanto dolor?
- Sí, sin duda alguna del dolor siempre se saca algo positivo. Es que una de las peores cosas que vemos en este tiempo es el decir a toda costa "que no sufra". Es aberrante. Es decir, es humano intentar evitar el sufrimiento, pero siempre del dolor se saca algo positivo. Parto de la base de que todo lo que sea dolor, sufrimiento o carencia material tiene arreglo. Lo que no tiene arreglo es la inconciencia de no saber que tenemos espíritu porque, en realidad, el espíritu es lo que no muere. Entonces, lo que se va a morir, bueno, se irá arreglando y sobrellevando. Si tiene arreglo uno pondrá los medios para arreglarlo y si no lo tiene, debemos poner los medios para aprender a convivir con lo que nos toca, porque sino, no podremos ser felices nunca.
- ¿Esa es tu filosofía de vida para conservar la alegría?
- Es que la alegría no tiene nada que ver con que te duela un pie o que tengas un gran dolor en el corazón. La alegría sale del espíritu, entonces, es independiente de lo que pueda ser materia.
- ¿Cómo vez el futuro de Miguel?
- Estoy absolutamente convencida y tengo total confianza de que algún día va a salir. No sé si es pasado mañana o a lo mejor no lo veo, pero estoy segura de que va a salir. Es que la piedra fundamental de todo esto es la familia. Porque el tener vida de familia, con los conceptos claros de los valores que significan en la vida humana, saca a flote inclusive a aquel que caiga muy hondo.
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