23 de mayo de 2011

VENAS COMERCIALES DE L MERCADO BINACIONAL

“La isla, aísla”, se dice en el argot popular. Tomé un asiento que da a la ventana y me distraje mirando el paisaje un poco diferente de la ruta hacia Dajabón. La interferencia con una emisora donde sonaba un ‘compa’ haitiano, me sacó del entretenimiento, para recordar que somos un país que comparte territorio.
Una isla, Santo Domingo, con múltiples colores, idiomas distintos, tambores, gu¨iras, acordeones que suenan, cadencia de cuerpos que responden a la vibra de la música. Platos que deleitan el paladar, artesanías, y un sinnúmero de riquezas culturales, rodeadas por mares y compartidas por dos pueblos.
La línea fronteriza dominico- haitiana, especialmente Dajabón, provincia más al Noroeste en la República Dominicana, sincretiza parte de los multicolores que ofrece la historia que se ha escrito desde la colonización, con el mismo lápiz y en el mismo libro, la cultura y la identidad.
Separados por el río Masacre y unidos por el puente construido sobre este, los habitantes de la ciudad tienen la oportunidad de compartir y adquirir los buenos elementos de la cultura haitiana y ofrecer la mejor cara de este país.
Mercado binacional El mercado binacional es un punto de negocios entre ambos países. Pero además aquí se dan cita manifestaciones concretas de las dos nacionalidades que a pesar de todo tienen mucho en común, empezando por los antepasados raciales y tradiciones religiosas. En la gran área destinada para la compra y venta de diferentes productos se puede observar cómo los pueblos se dan la mano para suplirse uno a otro las carencias.
Lunes y viernes, días de mercado, llegan personas de distintas provincias, interesadas en adquirir productos. Las voces se confunden, dominicanos hablan creole y haitianos español.
UN INTERCAMBIO ACTIVO ENTRE PAÍSES
La entrada coincidía con la salida, por lo que el primer elemento fue ver varias “marcas país” de alimentos que se exportaban. Jugos Mayagu¨ez, Pastas Princesa, Cola Real, salami Induveca, entre otros comestibles, eran llevados en carretillas por brazos haitianos, hacia el otro lado del Masacre. Mujeres caminando a gran velocidad, defendiendo el lugar que les tocaba en la fila, sin poder dar paso al caminante que viene en vía contraria, para no perder su puesto.
Anunciándose con un “oh, oh”, con pies polvorientos por el esfuerzo de conseguir alimentos, llevaban sobre sus cabezas grandes sacos, o canastas.
Del país liberado por Toussaint Louverture, vienen sacos de cebolla, ajo, tomatitos, entre otros frutos. A poca distancia, las caras dominicanas dirigen personal, entregan productos, se esfuerzan y sudan con el mismo propósito, producir bienestar y mejoría de condiciones de vida.
Historias escritas en el mercado
Tamarís Carela es oriundo de San Pedro de Macorís, ciudad del Este dominicano. Desde hace un año vino a Dajabón para poner un negocio. Vende detergentes, pastas, aceites, entre otros.
Su empleomanía es mezclada: cuatro haitianos y dos dominicanos. A través de los primeros puede traducir lo que quieren sus clientes.
Tamarís viaja a San Pedro pocas veces, dice que espera momentos especiales. Ya se estableció en Dajabón. Estudia creole, entiende que esta decisión garantiza desarrollo para su negocio. Debe conocer el idioma de las personas con las que se comunica en su actividad comercial.
El caballero, blanco, entre un grupo de hombres y mujeres de color, que hacen sus pedidos, aclaró que existen en la ciudad fronteriza varios institutos que enseñan este idioma, conocimiento importante según él, para cualquier ciudadano que la habite.
Hilda Patricia Santiago, “Lidín”, sentada y con la angustia que provoca el calor y el polvo que hay en el mercado provisional, ya que la plaza estable está en construcción, negocia hablando Creole, con varios haitianos los paquetes de refrescos, palitos de queso, jugos y demás. Experta en sacar cuentas con los números en otro idioma. Se dirige con mucho respeto a la clientela extranjera que aborda su establecimiento.
Tres décadas de trabajo Lidín tiene aproximadamente tres décadas en el mercado binacional. Viuda y con la responsabilidad de criar nueve hijos, los que hoy ya son hombres y mujeres.
Dice que las horas fuertes del mercado son de once de la mañana hasta las tres de la tarde. Ya lo conoce, aquí ha echado las canas de la experiencia, compartiendo con extranjeros.
No sólo se ven las cervezas dominicanas, también los envases de la cerveza haitiana Prestige pasan en grandes cantidades dentro de una carretilla.
Olor a comida cocida en una fritura, haitiana y dominicana, donde por si las dudas, sonaba un merengue típico de Narciso, en un área donde se mezclan a la vista, los rasgos físicos. Más adelante, un joven se disponía a recitar los Evangelios en creole, con altavoz. Tenis, calderos, artesanía, sábanas, blusas de distintos colores, camisas y hasta ropa interior son ofrecidos con insistencia.
En este mar de ofertas, demandas y regateo por los precios, encontramos el espacio para la belleza.
Salón improvisado El salón se improvisa cada día de mercado. Con la energía de una planta eléctrica Margarita Joan trabaja en reafirmar la belleza de las mujeres que la visitan. Las clientas son de ambas nacionalidades.
Mientras ella y otra empleada hacen pedicure y manicure a dos compatriotas, una clienta quisqueyana espera su turno, entreteniéndose con un Black Berry, para arreglarse el pelo.
Guillermina Ramos, viene de Loma de Cabrera, lleva un bulto grande, fue a comprar porque dice que en el mercado binacional encuentra objetos más variados. Busca blusas y zapatillas. Otras clientas procedentes de otras provincias cibaeñas buscaban en un establecimiento de sábanas. Muchos hombres y mujeres se mueven buscando lo que quieren. Los motoconchos, transporte alternativo y que resuelve rápido en República Dominicana, se deslizan entre los pequeños pasillos que quedan entre los establecimientos de mercancía.
Según contó Hilda Patricia Ramos, en Dajabón no viven muchos haitianos de forma ilegal, por la supervisión policial que existe en la frontera. Sí viven hombres y mujeres de negocio que se han establecido. Hay facilidades para estudiar, una población joven cuenta con permiso para ir y venir a estudiar en el territorio dominicano. En los colmados también se encuentran productos de marcas haitianas que compiten con las nacionales.



 LISTIN DIARIO
 Por:Inmaculada Aracena

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