23 de julio de 2010

UNA MUCHACHA LLAMADA SOBEIDA


                     Por: Cosette Alvarez


SANTO DOMINGO. Como una novela se ha tratado el tema de esta mujer. Según algunos reportajes, Sobeida nació en la pobreza, en uno más de esos lugares ignorados.


Emigró a la civilización para ganarse la vida en la esclavitud. A los veinte años – siempre de acuerdo a los reportajes – regresó con la idea de recomenzar su vida, yendo a la escuela, casándose y teniendo hijos.

Es el propio marido, en nombre de ese bienestar que el Estado no garantiza a sus propietarios porque apenas alcanza para los administradores, quien la conecta con el mundo que la llevó a la cárcel.

Todo aquello a lo que tenga que haberse prestado para nadar en esas profundas aguas, no podía saberle a nada a quien había vivido el final de su adolescencia y el inicio de su adultez bailando en Suiza.

Al menos, en esta ocasión se sentía protegida por un hombre poderoso y temido de quien no era la única, pero sí la favorita, y si alguna duda tenía, debe haberse diluido con el espectacular rescate del que fue objeto en aquel salón de belleza. Luego, esa pre-despedida, “tranquila, mami, ya se acabó”, le confirma que no fue una más en la vida del personaje.

La foto de Sobeida, esposada, con chaleco antibalas, casco protector, bien maquillada y con su bolso de cerca de mil euros, es el mejor retrato de la inmensa debilidad del sistema que nos rige.

Ojalá que esta lamentable historia nos sirva para renovar las fuerzas, mientras resistimos esta vida indigna a la que nos están sometiendo, eso sí, hasta un día, esperamos que no muy lejano.

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