Las parejas discuten. Desde la pre-historia los cavernícolas se halaban por las greñas, y nosotros los más civilizados, nos decimos hasta barriga verde. ¿Por qué llegamos a eso? Toda pareja tiene un momento de histeria. Dónde no logran ponerse de acuerdo… la mujer empieza a sacar los trapitos al sol de cosas que se suponía estaban olvidadas y el hombre se escuda en palabras rudas e insultos.
No lo vemos así, pero las palabras hieren mucho los sentimientos y a la larga nos damos cuenta que se van perdiendo muchos valores. La admiración que sentías por tu pareja va esfumándose, el respeto pasa a mejor vida… la palabra que le dijiste en una discusión, que nunca antes habías usado por respeto, luego se te hace vicio.
Es cierto que a veces la ira se apodera de nosotros, y sentimos una indignación tal, que creemos que esa persona “merece” nuestras ofensas. Sin embargo nadie merece ni necesita ser ofendido, mucho menos la persona con quien compartes tu vida. Hay muchas formas de controlarnos, existe el viejo truco de contar hasta diez. Suena a consejo gastado, pero está comprobado que funciona…la explicación que yo humildemente pudiera dar es que el cerebro se centra en los números que en silencio vas citando y va dando prioridad a tu conteo, así que tu enojo aunque siga allí va perdiendo fuerzas. Escribir cartas aunque suene loco, funciona. Es bien sabido que al escribir revisamos el texto y elegimos más cuidadosamente nuestras palabras. Puede parecerte cursi, pero es menos cursi que tener que pedir perdón después por haber dicho lo que no debías.
Así que la próxima vez que tengas una discusión con tu pareja, mide tus palabras. Ofende lo menos posible porque son cosas que hacen difícil la reconciliación. Di las cosas que no te gustan de un modo calmado y deja que sea la otra persona que se altere y grite, si tú te muestras en un tono suave, llegará un momento que también bajará de tono.
Es difícil mantener la calma muchas veces, pero si de todos modos lo que queremos es comunicar un sentimiento lo más recomendable es que sea de una manera comprensible y pausada.
Se han visto casos de violencia doméstica en personas de un alto nivel académico, que se han dejado llevar por el impulso del coraje. Es decir, la ignorancia a la que siempre le atribuimos la culpa de ese tipo de casos no fue el principal factor, si no la falta de autocontrol en el momento indicado. Muchos errores se cometen cuando no sabemos medir el modo de expresar nuestro descontento. En esos casos perdemos mucho más de lo que creemos.
En definitiva, discutir para que funcione la relación es necesario. Al igual que las grandes compañías se reúnen para ponerse de acuerdo en sus estrategias de ventas, las parejas deben dedicarle tiempo a dar sus diferentes puntos de vistas sobre los temas que les afecten. No siempre estarán de acuerdo, pero si pensaran del mismo modo sería muy aburrido, o más bien uno de los dos estaría pensando por el otro. Muchas acciones de tu pareja te harán cuestionarle y debes hacerlo con respeto y propiedad.
Hay situaciones muy extremas, pero una conversación en el momento apropiado y con las palabras precisas, puede hacer maravillas por tu relación.
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