La confianza es esencial para que una sociedad funcione con cohesión y asuma un comportamiento colectivo que la lleve al desarrollo. En esta afirmación coinciden muchos de los más notables estudiosos de las sociedades modernas.Entre otras cosas, afirman que la combinación de la confianza, las expectativas positivas y el capital social determinan el “estado de salud” de una sociedad y sus posibilidades de responder de manera integrada, cohesionada a los retos que se le plantean.
Putnam, Fukuyama, Peyrefitte, entre otros, nos han instruido acerca del valor de esos factores inmateriales en la determinación de la viabilidad y la capacidad de resolución de los retos que confronta una sociedad con grandes déficits y problemas por resolver.
Desde esa perspectiva la sociedad dominicana es una sociedad en la que predomina la desconfianza, las expectativas son negativas, hay un deterioro del capital social, pérdida de cohesión y de la capacidad de adhesión a proyectos que trasciendan los intereses personales inmediatos. Esto se desprende del análisis de las principales encuestas y estudios sobre la cultura política dominicana realizados recientemente.
Hay desapego respecto de metas colectivas y muy baja identificación con lo público y con las políticas públicas percibidas. Y, dato sumamente interesante, en aquellos aspectos donde la sociedad ha mostrado índices de identificación con reclamos que superan el 90%, entonces ha recibido la negativa por parte de los decisores públicos.
Restaurar la confianza, la identificación con proyectos de futuro y el capital social es una tarea difícil que parece que no será emprendida por los liderazgos políticos tradicionales. Falta ver si los liderazgos económicos y sociales actuantes y emergentes asumirán esta restauración. El precio de no fundar nuestra sociedad en la confianza y los demás valores inmateriales señalados es la prolongación del deterioro y la desintegración social.
PERSPECTIVAS DOMINICANA
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