¡Saqueo! Es la primera palabra que podría llegar a la mente de la persona que escucha o lee acerca de “tesoros hundidos”. Quizás imágenes de pepitas de oro, piedras preciosas y joyas rondan los pensamientos de quienes intentan lanzarse al fondo del mar, a ver si tienen suerte en la búsqueda de lo que sólo hasta ese momento es una leyenda.
Y no es para menos. Historias de piratas en el Caribe y los galeones cargados de oro junto a otros metales y objetos antiguos que navegaban por las aguas de este continente no son fábulas, aunque la idea de encontrar oro es un poco relativa, ya que el valor de los objetos allí no se estima tomando por lo material, sino más bien por su relación con la historia.
Luego de la colonización de América, el Caribe se ha convertido en una especie de “cementerio subacuático” que evidencia la presencia europea en la región.
Por esa razón, hay personas e instituciones que se dedican, de manera exclusiva, a la búsqueda de esos objetos que podrían aparecer en el océano, algunos de manera ilícita, y otros como un medio de producción, llegándose a conformar empresas internacionales especializadas en la investigación y exploración de galeones hundidos.
Roberto Llerena, un periodista y buzo salvadoreño con 30 años radicado en el país, señala que “no hay en todo el Caribe un país con tantos naufragios de la época colonial como República Dominicana, incluyendo a Haití. Podrían haber más de 500 en toda la isla”.
Llerena, quien fue uno de los buzos que participó en el rescate del barco Conde de Tolosa, explica que la ciudad Santo Domingo era un puerto importante para 1500, y también la sucursal de la Casa de Contrataciones de Sevilla, que se dedicaba a regular el comercio y la navegación de los españoles con América.
Asimismo, el director de arqueología de la empresa exploradora de naufragios Deep Blue Marine, Alejandro Selmi, dice que existen naufragios en la isla desde 1492 hasta la fecha, por el gran movimiento de naves a lo largo de la historia.
“No podemos hablar de un lugar específicamente con más o menos naufragios. Toda la costa de República Dominicana tiene un gran potencial arqueológico bajo sus aguas”, agrega el arqueólogo subacuático.
Empresas
En el país existen actualmente cinco empresas e instituciones, legalizadas por el gobierno, que tienen concesiones en diversas áreas.
Estas son: Tesoros del Caribe (Caribe Salvage S.A) de Tracy Bowden; Fundación Punta Cana, de Paul Beswick; Anchor Research & Savalge, S.R.L., de Bobby Prichert; Deep Blue Marine, de Wilf Blun, y la Universidad de Indiana, a cargo de Charles Beeker, todas ubicadas en algunas costas de la parte Norte, Sur y Este.
Según Llerena, estas entidades de rescate arqueológico se apoyan fundamentalmente en lo que se conoce como el Archivo de Indias de la corona española, el cual funciona como el único sitio de documentación de todas las colonias españolas.
Este edificio, ubicado en la ciudad de Sevilla, en España, posee unos 43 mil legajos con cerca de 80 millones de páginas y 8 mil mapas y dibujos que proceden de los viajes realizados por los mercantes y tropas españoles.
Llerena dice que allí se pueden encontrar las características del barco, el nombre del capitán y el de la tripulación a bordo, junto con los pasajeros que zarparon en ese viaje. Gracias a esto se puede tener una referencia más directa en la búsqueda y rescate de galeones.
No obstante, Francis Soto, director técnico de la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (ONPCS), indica que por más sofisticados que sean los equipos y por más historiadores que aporten a la investigación, la mayoría de los restos son encontrados por los lugareños.
“Siempre los naufragios son encontrados por los pescadores del área, por más sofisticados que sean los equipos. Los huracanes hacen que el mar cambie todo. Por eso algunas veces salen piezas a la superficie y eso les da una referencia”, explica Soto.
El experto cuenta que “cuando apareció el galeón Guadalupe, en 1976, los lugareños de Miches, municipio de El Seibo, estaban vendiendo botellas en el pueblo y decían que estaban sacando “piezas de oro”. Fue cuando la Marina de Guerra intervino, dando inicio al posterior descubrimiento de esta nave construida en 1702, en España.
Expedición
La búsqueda podría durar algunos 15 días, pero se podría extender por años.
En el primer día se instala la embarcación de rescate en la zona y se bajan los equipos al fondo del mar. Se comienzan las labores de limpieza y se distribuye el trabajo de los buzos.
En cuanto al equipo de trabajo, Selmi explica que en un proyecto de rescate arqueológico submarino se requiere de un personal entrenado para esa labor, conformado por un jefe de operaciones para los equipos y personal, así como un arqueólogo submarino jefe del proyecto y la excavación.
Además, dice que es necesario un grupo de buzos entrenados y calificados. En la actualidad se están utilizando buzos dominicanos.
Un personal que está en la superficie se encarga del mantenimiento de las embarcaciones y de los equipos de buceo que son necesarios para un buen desarrollo de las actividades.
Llerena agrega que también los acompaña un miembro de la Marina de Guerra y un miembro del museo, el cual lleva un récord de todo el material que se saca del agua cada día.
Con relación a los costos, Llerena y Selmi coinciden en que son muy altos. “Si contamos que se necesita de personal calificado y equipos sofisticados de búsqueda y localización de los pecios (bienes culturales), una compañía puede gastar alrededor de 50 mil a 60 mil dólares mensuales entre salarios, mantenimiento de los equipos y embarcaciones, combustible y alimentación”, señala Selmi.
LISTIN DIARIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario