Sergio Vargas, que evadió con fortaleza un destino impredecible marcado por la pobreza y que se hereda en los ingenios de caña, se coronó con los años en un soberano de la música popular dominicana gracias a su talento para cantar.
El 2018 quedará como un año que selló su trayectoria musical en República Dominicana tras recibir el Gran Soberano de los Premios Soberano, de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) y Cervecería Nacional Dominicana, tras una carrera que comenzó en 1981 cuando participó en el Festival de la Voz que organizó Rafael Solano en “El Show del Mediodía”.
En los años 70, él se encontraba ante la incertidumbre de aquellos años en que su padre era trabajador del ingenio de Villa Altagracia, ciudad donde nació hace 58 años y de la que proclama con frecuencia ser su hijo orgulloso.
Su madre murió en 1966 cuando él tenía seis años y tuvo que sumarse a buscar el sustento de una amplia familia de trece personas.
Es precisamente a los 10 años de edad cuando Sergio Vargas hizo conciencia de que era huérfano y tenía que fajarse a trabajar.
La muerte de su madre, Ana Parra (de 26 años) le dejó un vacío y el alma desgarrada. Junto a cuatro hermanos, vivía en el batey Las 80 Casitas de Villa Altagracia. Allí entablaba un pleito frecuente con Dios, pues no entendía por qué no podía, como sus primos, tener la dicha de envolver unas tazas o unos platos en papel celofán y entregárselos a su progenitora el día de las madres.
Sergio creció anhelando ese amor por su progenitora. Así la recordaba en una entrevista con LISTÍN DIARIO: “A mi madre la asesinaron. Fue al hospital y ella le dijo al médico que era alérgica a la penicilina y él le dijo: - si eres médico cúrate tú; la inyectó y mi madre falleció”.
Aunque no ha estado físicamente, Ana Parra siempre lo ha acompañado. El merenguero sostuvo que la ha visto en momentos significativos de su vida.
“A mí no me gusta hablar de eso porque la gente dirá que estoy loco. Recuerdo que el día que grabé el tema La Quiero a Morir vi esa mariposa que tenía el rostro de mujer y que voló por todo el estudio mientras estaba grabando; inmediatamente supe que era mi madre”.
Así también dijo que la vio como una sombrilla evitando que no lloviera cuando se presentó en el anfiteatro Altos de Chavón (1988) y en medio de unas cortinas en el hotel Jaragua cuando ensayaba para un espectáculo en 1990.
Listin Diario
Ramón Almánzar | Ynmaculada Cruz Hierr
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