Los dominicanos son convocados hoy –último domingo de mayo– a detener el reloj de la cotidianidad para reverenciar al ser que ha sido fuente de vida y nido de ternura, para quien hijo es por siempre niño al que provee un singular e inagotable amor sólo comparado en intensidad y devoción con la Virgen María, en cuyo vientre bendito se engendró el verbo hecho carne.
Un solo día ni todos los que conforman las cuatro estaciones del año, resulta tiempo suficiente para que un buen hijo llegue a reciprocar siquiera una gota del torrente de cariño, bendición, sacrificio, solidaridad, protección, adhesión y aliento que emana del corazón de una madre.
Tan intenso y eterno es ese amor materno que sobrevive a la muerte que recuerdos o remembranzas de la madre fallecida fungen como faros que iluminan la existencia del buen hijo y de sus descendientes.
Ninguna palabra, en cualquier idioma, se acerca tanto al ideal de la pureza de Dios, como la expresión Madre, porque esa voz o expresión recoge en sí misma toda la ternura y amor que prodigan los evangelios y el perfume que emana de todas las flores de la creación.
Que Dios bendiga a todas las madres dominicanas y del mundo, que las libere de sufrimientos y provea a sus hijos por siempre de paz, justicia y equidad.
Fin de la Era
La nación conmemora hoy el 49 aniversario del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo Molina, a manos de un grupo de complotados. Fue la noche del 30 de mayo de 1961 en la autopista que conduce a San Cristóbal, episodio que marcó el fin de una cruenta tiranía que se prolongó por más de 30 años.
Ese magnicidio, llevado a cabo por Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sahdalá, Antonio Imbert Barrera (único sobreviviente), Luis Manuel Cáceres (Tunti), Huáscar Tejeda, Roberto Pastoriza y Pedro Livio Cedeño, precipitó el epílogo de un régimen represivo, cuyos excesos motivaron que hijos de prominentes familias aunaran esfuerzos y voluntad para emprender tan patriótica empresa.
Además de resaltar la heroicidad de esos conjurados, la historia consigna la contribución de otros buenos dominicanos en la decapitación de la tiranía, entre los que figuran el teniente Amado García Guerrero, Luis Amiama Tió, Modesto Díaz y Miguel Angel Báez Díaz.
Corresponde a presentes y futuras generaciones concluir la obra inconclusa de los héroes y mártires del 30 de mayo, para que algún día los dominicanos disfruten de una auténtica democracia, donde prime la justicia social y se excluya toda forma de represión y la explotación del hombre por el hombre.
ElNacional