La sentencia del Primer Tribunal Colegiado
del Distrito Nacional en el caso conocido como “Figueroa-Agosto” deja
en la ciudadanía el sabor amargo de la impunidad y el encubrimiento. Lo
negativo de esta caso no esta en la sentencia, pues de hecho el
Tribunal está limitado por el pedimento del Procurador Fiscal. Lo grave
de este caso estuvo en la investigación y en la acusación presentada
por el Ministerio Público. Lo grave de este caso no está en los
acusados que fueron juzgados y condenados, todos involucrados en la
red de Figueroa Agosto, sino en los que estuvieron ausentes de la
investigación, de la acusación y como es natural, de la condena. ¿Dónde
están los militares, policías, legisladores y funcionarios que durante
10 años le dieron protección a Figueroa Agosto y se asociaron con él en
sus negocios criminales?
Este caso, desde el principio tuvo mas sombras que
luces, y el Ministerio Público, lejos de representar el reclamo de una
sociedad humillada por una estructura de narcotraficantes que operaba
libremente por la protección que recibía de jerarcas militares,
policiales, legisladores y políticos inescrupulosos, se prestó a mirar
para otro lado y solo llevar al banquillo de los acusados al lado mas
débil de la cadena.
Lo pernicioso de esta sentencia es que deja como
cosa juzgada el caso de Figueroa Agosto y por tanto queda libre e impune
la estructura criminal que le dio sustento y que por tanto seguirá
actuando en perjuicio de la sociedad.
Con un Ministerio Público y un aparato de justicia
funcionando así, es natural que la sociedad nuestra se sienta en un
estado de indefensión frente al crimen organizado y frente a la
delincuencia común.
NUEVO DIARIO
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