1 de enero de 2014

GUAYUBIN: PUEBLO DE IMPETUOSOS RIOS


En las espesas laderas del Cerro de Los Chávez, ubicado dentro del territorio de la comunidad de El Dajao, en plena Cordillera Central, nace un curso hídrico que comienza como un hilillo cantarín de juguetonas aguas, sigue un curso de sur a norte,  abriéndose paso con vigor entre las rocas y arbustos de la tupida vegetación y, a poco, engrosa significativamente su caudal  hasta quedar convertido en un formidable torrente  de importancia capital para la Línea Noroeste.

                           Por: Sergio Reyes

Como Guayubín se le conoce, haciendo honor al legado de los originarios pobladores Taínos, quienes bautizaron con esta denominación un Nitainato del cacicazgo de Marien, en la porción noroeste de la isla Quisqueya o Haití,  así como al imponente rio que surcaba sus tierras. Su nombre, con el que también se bautizó después una parte de las tierras que baña, ha estado enlazado con el de diversos episodios nacionales que forman parte del patrimonio histórico de la República Dominicana y el acervo cultural de la región.
Por escabrosos desfiladeros abiertos a pico entre las montañas gracias a la descomunal fuerza de la naturaleza y sorteando voluminosos peñascos que dejan espacio libre para ensoñadores charcos con acento de paraíso terrenal, el caudaloso rio se desplaza inicialmente en territorio de los municipios Los Almácigos y Sabaneta, en la provincia Santiago Rodríguez;  Luego de recibir el tributo de otras vigorosas corrientes de agua que le sirven de afluentes, se interna en tierras montecristeñas, dispuesto a refrescar la zona y a llenar de vida y bonanza agrícola las candentes llanuras de esta feraz región.
En esta primera etapa de su curso ha caminado de la mano con la gente y las comunidades de Los Almácigos, Arroyo Blanco y Martín García, entre otros poblados ubicados en la vecindad de su sinuoso trayecto, y en la confluencia con Arroyo Blanco, Inaje y Yaguajal, la naturaleza pródiga se desborda en impresionantes balnearios que constituyen las delicias de paisanos y andantes en plan de turismo interno.
Tras haber recorrido casi 80 kilómetros a partir de su nacimiento, en el lugar denominado Mangá, en las cercanías de El Pocito, se verifica la fusión de las aguas de este impresionante rio con las del inmenso Yaque del Norte, otro recurso hídrico de importancia capital para la agricultura y la biodiversidad medio-ambiental dominicana. A partir de este punto, la responsabilidad de proporcionar vida, frescor y alimentos  a la extensa llanura noroestana será misión de entera responsabilidad del hijo mayor de la cordillera, ese que una vez fuese  llamado por los antiguos pobladores como rio del oro y que, en el presente, gracias a la canalización adecuada de sus aguas, cumple a cabalidad la enjundiosa tarea de irrigar y hacer parir inmensas extensiones de terreno sembradas de plátanos, bananos, arroz y otros rubros agrícolas, lo que contribuye grandemente con el desarrollo regional y la mejoría en las condiciones de vida de los pobladores.
El poblado de San Lorenzo de Guayubín, que aparenta yacer, taciturno, a la vera de la carretera que atraviesa su área metropolitana, requiere acciones concretas y decididas de parte del Estado y sus instancias ejecutivas, en aras de superar el estado de atraso e inercia en que se encuentra sumido en el presente, inexplicablemente.
En el pasado siglo, esta demarcación estuvo conectada de manera directa con Monte Cristi -el municipio cabecera de la provincia- y con las principales ciudades del Cibao, a través de la Carretera Duarte; sin embargo, durante la tiranía trujillista la vía experimentó un acomodaticio trazado, más al norte, lo que dejó el centro urbano del poblado en una especie de aislamiento del que no ha podido recuperarse.
A pesar de contar con múltiples vías en dirección a todos los puntos cardinales, que le conectan con la mayoría de los pueblos del entorno, muchas de estas se encuentran en pésimas condiciones, como ocurre con la carretera conocida como La Ruta de la Leche, que le comunica con San José, Zamba, Los Tomines y otras comunidades de Santiago Rodríguez con las que mantiene un intenso comercio basado en la ganadería y los productos lácteos.
Ese reducto que alzó con vigor su voz, el coraje de sus hombres y  la contundencia del machete, en las gloriosas jornadas de las guerras independentistas y la epopeya de la Restauración, merece la atención de los mejores hombres de la Patria, en aras de la mejoría en la calidad de vida de sus gentes.
Esa inexpugnable atalaya, que se mantuvo invencible en múltiples contiendas que tuvieron como norte la defensa de la soberanía nacional, requiere que los dineros del pueblo se derramen en forma generosa en su auxilio, con la construcción y mejoría de obras viales, educativas y de servicios, reclamadas por la población así como con la puesta en ejecución de proyectos y empresas de inversión de capital que puedan asimilar la mano de obra ociosa y el personal calificado que, a falta de éstas, debe emigrar a otros lares.
Este singular poblado del que hoy les hablo es el mismo cuyas veredas y caseríos fueron recorridos en innúmeras ocasiones en el pasado por el apóstol cubano José Martí, en su arduo peregrinar por nuestras tierras, mientras recababa la simpatía y el apoyo material de los dominicanos para con la causa independentista de la Antilla Mayor. Como fruto imperecedero de esas provechosas andanzas quedó, para la historia, el derroche de emotivas descripciones en los escritos de Martí y su agradecimiento sincero para con estas tierras, su gente y sus costumbres.
Los pueblos y campiñas de este destacado municipio han visto nacer y desarrollarse infinidad de destacados personajes del arte, la política, la literatura, el magisterio, el deporte y el periodismo, entre otras ocupaciones, destrezas y disciplinas del saber. Entre estos se destaca la figura de Gaspar Polanco (General  y Presidente Provisional del Gobierno Restaurador), Aurora Tavárez Belliard (educadora) y los hermanos Federico Olivo -Chichí- y Diómedes Olivo -Guayubín-, (Astros del deporte del béisbol), entre otros.
Al municipio de Guayubín pertenecen, además, los Distritos Municipales de Cana Chapetón, Hatillo Palma y Villa Elisa. Los dos primeros cuentan con importantes plantaciones de bananos,  tabaco, arroz y otros rubros agrícolas y en el último se encuentra localizada la Reserva Científica Dr. Orlando Cruz Franco, lugar de reproducción de la orquídeaTolumnia henekenii (Oncidium henekenii) -Cacatica-, endémica de la región y del país. 
Y es Guayubín, también, el punto luminoso  perteneciente a la provincia de Monte Cristi, consignado en la historia como el lugar en donde por primer vez se erigió un monumento para exaltar en su justa medida la epopeya de la Guerra de la Restauración, así como la memoria y los hechos de los prohombres que, desde estos mismos poblados humildes y polvosos concibieron y dirigieron dicha gesta.
A tono con ello, en un lugar señero del Parque Gaspar Polanco se encuentra emplazada la estructura a manera de obelisco construida e inaugurada por el Gobierno Constitucional del Prof. Juan Bosch, en Agosto de 1963, de manera simultánea con una tarja conmemorativa y una plaza erigida con iguales fines en la localidad de Capotillo, provincia Dajabón.
Persiguiendo estos objetivos y asumiendo, en cierto modo, el papel de un Quijote del quehacer cultural, un esforzado hijo de estos linderos, junto a otros compueblanos que le animan a mantener encendida la llama del ideal, se han fijado la meta de establecer en Guayubín la Plaza de la Cultura y Amistad de los Pueblos Martí-Gómez;  Con dicha edificación se busca colocar en su justo lugar la memoria de los héroes de aquellas gestas libertarias y rescatar su recuerdo del olvido ingrato del paso de los años.
Como expresa con sobrada razón el historiador Luis Manuel Jiménez (Mallén) -quien es la bujía inspiradora del proyecto-, en el humilde camposanto de la localidad reposan los restos de varios de los esforzados adalides de esos capítulos gloriosos en la historia nacional, tales como los Generales Francisco Antonio Gómez, Manuel González, Norberto Torres, José Barrientos, Juan de Mata Monción, Juan Rodríguez, Francisco Antonio Salcedo y Eugenio Belliard,  entre otros. A falta de colocarles en el Panteón Nacional, para lo que tienen sobrados méritos, los restos de aquellos valientes merecen, por lo menos,  descansar en un mausoleo en donde se les honre debidamente, en la misma medida en que ellos se sacrificaron por su país y "es un derecho que le asiste a Guayubín, de reclamar que sea reconocida su historia".  
La Plaza se encuentra en su fase de terminación y esperamos que, sin más tropiezos ni dilaciones como las que ha tenido, en fecha no muy lejana pueda estar disponible para la visita y veneración del público.  
Con la puesta en práctica de nuevas corrientes en el comportamiento de las máximas autoridades que dirigen los destinos de la Nación y la firme intención de hacer lo que nunca se ha hecho en materia de ejecutorias gubernamentales -como reza un estribillo de la pasada contienda electoral-, esperamos que,  dentro de su Plan General de Iniciativas y Proyectos Culturales a ser ejecutados en el año entrante, el Ministerio de Cultura asuma la terminación de tan loable proyecto, que reivindica el destacado papel jugado por este insigne pueblo y sus prohombres en nuestras jornadas libertarias.
Ojalá esta aspiración –así como la efectiva atención a sus demandas reivindicativas más perentorias- constituya una parte de los aspectos positivos que nos depare el venidero año 2014, para que el heroico municipio de Guayubín, su ciudad cabecera y sus poblados, secciones y parajes, puedan recuperar el brillo y el prestigio ostentado en otros años, de suerte que su riqueza natural y sus valores culturales e  históricos  logren ser mejor aquilatados por nuestros conciudadanos y visitantes de paso por estas tierras de la Línea Noroeste.


ALMOMENTO.NET

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